de los mares pasados. Y es presente
de otro tiempo mejor, lugar ausente,
donde ya la memoria se impacienta
de gozo. Llega, pero se presenta
como el don o la gracia recurrente
del reclamo. Distante, diligente
marea. Llama leve, llega lenta
la furia desde abajo. Porque falta
mar crece la figura de los mares.
La espuma del deseo, la más alta,
despedaza congojas y pesares,
y con tenue candor su luz esmalta
sol de tarde las vísperas impares.
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