martes, 1 de enero de 2013

PERÍFRASIS GRIEGAS




perífrasis griegas
(Corregidas y aumentadas)



Daniel Vera
Córdoba 1981-2001

(Venus, escultura de Miguel Ángel Budini)

Nimio de Anquín (1896-1979)[1]



Pensaste lo más hondo. Nada más
Y nada menos: hombre por ser hombre
Que busca y ha buscado inmóvil nombre
De Esfera para siempre sin jamás.

Siendo aprendiz constante de razones
-Razón de ser estrella o de ser rosa-
Tu pensar ilumina cada cosa
Y despoja de sombra sus visiones.

Transcurrió señalado tu destino
De noches en vigilia. Tu esperanza
Fue minuciosa trama de templanza
Con amor por verdad hecha camino.

Tu vida hace sentido. Paradigma
Que entre ciegos nosotros es enigma.



 Quienes se acercan a la filosofía, aunque carezcan –como yo- de formación helenística, no pueden dejar de ser asombrados y seducidos por los primeros pensadores, aquellos griegos que dieron lugar al milagro de la razón. Este amor, en mi caso, está íntimamente ligado al nombre de don Nimio de Anquín, elevado filósofo y maestro, cuya vocación mayor acaso haya sido presenciar entre nosotros un alumbramiento idénticamente original. No ignoro que mi visión de este ciclo espiritual –que propongo sin atinencia cronológica- es distinta de la suya. Su ánimo, siempre abierto a la eternidad, hubiera preferido a Parménides como clave última del círculo; el mío, en cambio, apremiado por la irremediable finitud de la condición humana, halla el fondo del enigma en Jenófanes. Esta discordia de pareceres no alcanza, sin embargo, para inhibir mi corazón, el cual protege su gratitud con la sentencia de Heráclito acerca de la armonía oculta y superior a la visible.

D. V.
Córdoba 1981



 THALES

Tiene principio de Agua cada cosa.
De mar toman sustento cielo y tierra
Y mar en horizonte se abre y cierra.
Nace de mar, vorágine preciosa,
Afrodita: mujer, amor y diosa.
Agua nutre de sueño venturoso
Aire sin tierra, fuego sin reposo.
Agua es embarcación, y navegante
De dolor va por lágrima acezante
Hacia fuente de júbilo gozoso.


 ANAXÍMENES

Aire, que por ser Aire no confina
Con otro, pone término y también
Comienzo a lo demás. Es Aire ¿quién
O qué? naturaleza determina
Y común con su nombre denomina.
Aire, no más, vejez y juventud
Respiran en creciente magnitud;
Son tiempo y movimiento que regresan
De círculos eternos y progresan,
Por Aire hacia su propia infinitud.



 PITÁGORAS

En diez se cifra Número perfecto:
Diez es cuatro más tres más dos más uno.
Impar y par son dos y son ninguno.
Porque Número cifra sin defecto
Luz de causa sin causa y tiene efecto,
Ya que Número nombra cada cosa
Por origen y fin. Es armoniosa
Razón de ser: es Número y medida
De Cosmos y de Caos, muerte y vida.
Poema no hay sin Número. Ni prosa.


 ANAXÁGORAS

Aunque indecisa aún, Inteligencia
A caos inicial por ley desplaza
Y materias entrópicas enlaza
Con forma ansiada y lógica de ciencia.
Espíritu que sopla, hace consciencia
Tanto vaho sutil y nebuloso,
Y manifiesta cosmos con precioso
Rigor. Inteligencia da noticia
De pura luz sin sombra y por justicia
Penetra en torbellino tumultuoso.


ANAXIMANDRO

Medida nace entonces de lo Inmenso.
Razón es, sin razón, razón primera
Y última y, por lo tanto, verdadera.
Origen y fin pleno pero denso
Une voz y sentido con intenso
Vigor para saber, no ya noticia
Ni esencia todavía, que se inicia
Y culmina fatal en ciega bruma
Todo lo que visible se consuma.
Además de razón, también justicia.


PARMÉNIDES

Es imagen de Ser esfera clara
Y leve por idéntica y por una.
Se dice su metáfora de luna
Cuando en noche entre noches muestra clara
Plena y falta simbólica no ampara.
No obstante aquella esfera no se afecta
Con discurso ni sombra: no proyecta
Ninguna división, ningún abismo,
Porque ella es –fue y será- siempre lo mismo:
Eterna, Inmóvil, Única, Perfecta.



ZENÓN

Ninguna flecha alcanza su destino.
Y no alcanza veloz y ágil Aquiles
Lenta tortuga vil de pasos viles.
Así es ser pensamiento y ser divino
Según pensado ser y dios y sino:
Único Ser unívoco que nombra
Palabra verdadera. Pero asombra
Vanos hombres aquello que se piensa
Con lógica más clara y más intensa.
Y quedan en no ser, en mera sombra.


 HERÁCLITO

En oculta razón luce armonía
Mejor. Ritmo secreto liga y niega
Nombres opuestos: evidencia ciega
De noche que fecunda sol y día.
Pesar disfraza levedad y guía
Obscuro verbo por sendero claro
Hasta dicho de aquel común y raro:
Por inconstante río todo fluye
Y ser en nada y nada en ser diluye
Y hace de mi palabra luz y faro.



 JENÓFANES

Quizás acierte, pero no por clave.
Ocultos dioses niegan esa suerte
A numerosa vida y sólo muerte
Da con causa o razón que sea llave
Común de mar y pez y cielo y ave.
A dios humano niega su congoja
Pues quien ante ficciones se despoja
De prudencia, por crédulo y profundo
No toca la verdad de ningún mundo.
Misterio su saber. O paradoja.



 Addenda

SÓCRATES

Sólo sé que no sé. No es paradoja.
No es tampoco modestia ni ironía.
Saber mi no saber es cosa mía
Y de sabio adversario que se enoja
Y no oculta su ira o su congoja
De no saber que ignora meta y ruta.
Mi demonio es muy hábil y disputa
Contra quien dice ser mucho más diestro.
Por eso, uno me llama su maestro
Y otro me da alabanza de cicuta.


GORGIAS

Naturaleza no hay, sea cualquiera.
No hay ser y no hay no ser y no hay no ser
Y ser; y si lo hubiera, conocer
No se podría modo ni manera
De su ser o no ser: si se pudiera
No podría decirse. Por lo cual
No hay esencia ninguna natural
Finita no finita ni infinita
Ni grande ni mediana ni chiquita
Ni primera ni quinta ni final.



VEINTE AÑOS DESPUÉS

                El tiempo, antes de gastar definitivamente las cosas, las
hace más sutiles. Corrección tras corrección han afinado durante todos estos años aquellas Perífrasis Griegas  y han vuelto menos ásperos sus rasgos de emociones intelectuales. La armonía, tal vez un hábito del oído, es ahora más aparente que entonces, pero también lo es el hecho de que a través de ellas me estaba divorciando de Melpómene y trataba de seducir a, o consolarme con, Terpsícore y Talía (yo siempre me he reído con una t golpeándome los dientes), y si no, ahí están las estrofas agregadas a cuenta de Sócrates y Gorgias, que trocaron el misticismo epistemológico de Jenófanes por un culto algo más secular y ‘desontoteologizado’  del humor y la ironía. No sé como hubiera visto don Nimio de Anquín este desplazamiento hacia la ligereza y la comedia, pero creo que no los consideraría incompatibles con los sueños del ‘inmerfort Lernende’. No todo ha de ser pesadilla y rigor y tendría gracia que nada lo fuera.


21 de junio de 2001.