fueron, si no pasión, escalofrío
a cuenta de mayor deseo mío.
Me sumergí sin piel en la alegría.
Hoy era ayer-mañana, sólo día,
presagio de funámbulo sombrío
y flecha de agua rápida en el río
del desencuentro. En una melodía
por una vez, amor se pronunciaba
sin división y las palabras pares
eran dos voces en la voz que amaba.
Tu voz. Mi voz. Su voz. María. Mares.
De par en par impar iluminaba
cabritos del cantar de los cantares.
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