contra la tumba de la luna llena.
Cielo hambriento, sin luz pero sin pena,
porque nace de abajo la mirada
de amor, sombra de piel iluminada
por las tinieblas. Férrea cadena,
la llama del deseo: su faena
de fuego usa disfraz de serenada
lobreguez, para no ser vista
por el ojo temeroso del vigía,
y para no cegar con su color
el horizonte pálido del día.
Disimulando sábanas de amor,
la tormenta su vórtice cubría.
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