miércoles, 25 de mayo de 2011

DOLIKÓDROMO

La Flecha y la Canción

Hace muchos años, cuando empezaba a estudiar inglés, leí por primera vez el poema de Henry Longfellow y me sentí (¿quién no?) su protagonista:

I shot the arrow in the air,
It fell to earth, I knew not where;
For, so swiftly i flew, the sight
Could not follow it in its flight.

I breathed a song into the air
It fell to earth, I knew not where;
For who has sight so keen and strong,
That it can follow the flight of song?

Long, long afterward, in an oak
I found the arrow, still unbroke;
And the song, from beginning to end,
I found again in the heart of a friend.

[Lancé una flecha al aire.
No sé dónde cayó.
Su vuelo tan ligero
Mi vista no siguió.

Una canción al aire
Susurré. ¿Dónde cayó?
Una canción en vuelo
Ningún ojo alcanzó.

Mucho tiempo después
Hallé intacta en un roble
La flecha, y la canción
Toda en el corazón
De una amistad noble.]

Aquel sentimiento se repitió hace pocos días cuando una circunstancia inesperada me hizo recuperar la memoria del poema. Estos fueron los hechos: Hacia 1996 escribí Dolikódromo y repartí algunas copias digitales entre algunos colegas maratonistas, y olvidé que las había repartido. Con el tiempo, sumado a la colaboración de los virus cibernéticos y el desorden esencial de mis archivos, perdí o creí haber perdido esos quince sonetos encadenados por la rima. Hasta que el 29 de abril de 2011 acudí a la presentación del libro de Dante Aimino sobre la metafísica de Macedonio Fernández; entre los asistentes al acto se encontraba Conrado Arias, antiguo amigo, arquitecto en ejercicio y runner en retiro. Palabra va, palabra viene, en una amena conversación sostenida mientras compartíamos el consabido vino de honor (o la vicaria gaseosa) mencionó Dolikódromo con ocasional y ajeno propósito y declaró poseer una copia dedicada para su ‘uso personal’. Ese cuidado lleno de delicadeza hace posible que hoy pueda publicar estas páginas virtuales y ofrecerlas a la memoria de otros amigos que me inspiraron en mi actividad de corredor: Gumersindo Gómez, héroe indiscutido de mi adolescencia en la pista hoy arrasada del desaparecido Gimnasio Provincial Manuel Belgrano; Leopoldo Ledesma, padre de un compañero de colegio y grande del más grande atletismo cordobés; Guillermo Roldán, con quien compartimos muchas calles, muchas rutas y muchos asados; y todos los demás, dignos también del mejor recuerdo.

DOLIKÓDROMO 0

Jovial azar fortuna salvadora

Sus traviesos reveses trasponía

Donde razón inmóvil deslucía

Y pies de corredor eran aurora

Futuros y pretéritos ahora

Son temporal abierto melodía

Y aquel que correrá fue quien corría

No ser sino carrera sin demora

Kilómetro a kilómetro programa

Por hacer por azar por competencia

Per joi e per de port o bien por fama

Traduce su agonía en resistencia

Mediando mediaciones una trama

De distancias enormes su existencia.

DOLIKÓDROMO 1

Jovial azar fortuna salvadora

materia forma fuerza y elemento

ligero andar azul y largo aliento

mientras piedad umbrosa fuego implora

caridad de graciosa jugadora

le dona sólo música y contento

rimas y ritmo viento y movimiento

y no quietud de ser que muerte adora

rayo jovial se nombra su tesoro

su paso en otros pasos otro día

era causa de aquel veloz decoro

por hacer por azar por agonía

con maneras pretéritas en oro

sus traviesos reveses trasponía.

DOLIKÓDROMO 2

Sus traviesos reveses trasponía
de Píndar o Simónides adicto
y sin pesar de voces veredicto
procuraba en colores y armonía
anacrónicos textos aducía
deshojando pasiones en conflicto
y con paso ligero pero estricto
sus cursos y recursos recorría
no eran ausentes símbolos contrarios
y en más de una batalla se veía
contra mudos y quietos adversarios
empuñaba su móvil alegría
y hacía florecer vocabularios
donde razón inmóvil deslucía.

DOLIKÓDROMO 3

Donde razón inmóvil deslucía

dicción contra dicción y contra canto

numeroso y estéril pero llanto

memoria sin memorias atraía

olvido tras olvido suponía

de tanto suponer supuso tanto

que dijo menos mal y mucho espanto

hueso de sombra entera sonreía

otros signos y luz otro paisaje

había sin embargo en esa hora

cuando largos kilómetros coraje

más allá de sus límites devora

devoraba con ánimo salvaje

y pies de corredor eran aurora.

DOLIKÓDROMO 4

y pies de corredor eran aurora

fulguración quizás de gloria inmensa

porque en aire y con aire sangre intensa

tenía y sostenía alentadora

sólo en respiración carrera mora

y más alta y mejor si más extensa

espíritu también cuando se piensa

y curso de discurso en curso aflora

alcanza entonces puntos irradiantes

deja de ser urgencia tentadora

y como en cuerpo amado hacen amantes

victoria toda sol reluce y dora

momentos inasibles y constantes

futuros y pretéritos ahora.

DOLIKÓDROMO 5

Futuros y pretéritos ahora

son leve cada uno de sus pasos

es capaz de victorias y fracasos

tiene menos y más y nada añora

mientras instante por instante explora

formas para mirar en otros casos

y esta aurora traer a sus ocasos

tiempo será que entonces rememora

no ha de ser siempre en hora clarobscura

ha de tener también su mediodía

ha de cursar sin sombra su estatura

y sus pies de correr algarabía

dibujan con sus pasos escritura

son temporal abierto melodía